UN CAFÉ CON MANDARINA

UN CAFÉ CON MANDARINA




Y estaréis pensando:


 -¿que dice esta loca?


Pero nada,tranquilas,no va de recetas la cosa.


Mandarina es esa persona importante en la vida de cada madre,cada mujer.


Mandarina es la persona que se ríe contigo cuando le cuentas que te has caído en medio de la calle por los taconazos que llevabas.


Mandarina es la persona que cuando te sientes deprimida y solo tienes ganas de llorar,te pone el hombro,su casa y lo que haga falta.


Mandarina es la persona que cuando tus hijos están en modo pilas recién puestas y te ve que respiras profundo,les dice que mamá está cansada,que se calmen.


Mandarina es esa persona que la llamas a las 3 de la madrugada porque has pinchado y antes de acabar de contárselo está arrancando su coche para ir a recogerte.


Mandarina es la persona que cuando cree que estás haciendo algo mal te lo dice aunque te siente mal.


Mandarina es la que te escucha si has tenido alguna riña con tu marido y te calma contándote la suya con el suyo y te dice que no le des importancia cuando es una tontería.

Mandarina te acompaña cuando vas de compras,cuando tienes que ir lejos con el coche y te da miedo conducir,te acompaña al hospital si te dá una crisis de ansiedad.


Mandarina es la que sale en tu defensa cuando alguien te ataca y quien esperabas que te defendiera no lo hace.




Mandarina es la persona que te saca la cerveza más fría cuando llegas a su casa acalorada,la que te hace el café que sabe a amistad con cafeína.

Yo tengo a mi media mandarina hace 20 años a mi lado ,y por eso aconsejo a todas las mujeres,en especial a las mamis que la tengáis,es más barato que una psicóloga,je,je(aunque admiro esa profesión)


Amigas,hermanas,comadres,llámala X,pero llámala,llámala y tírate una hora al teléfono y reíros,llorar,contaros el día duro que has tenido en el trabajo,la cantidad de deberes que tiene tu hij@ y que llevas media hora diciéndole que los haga y no hay manera.


Tómate un café con mandarina,es una terapia que aconsejo al 100x100.




                                                                     La mamá del incienso